Niños saludables = Niños felices

 

La obesidad infantil se ha convertido en un problema prevalente en todo el mundo. Las consecuencias se ven en problemas osteoartríticos, somnolencia diurna, disminución en el rendimiento escolar, pobre imagen personal y baja autoestima. La obesidad también aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas cuando sean adultos.

Las dietas no saludables son frecuentes entre los niños. En Europa, por ejemplo, el 9% de los niños se saltan el desayuno, mientras que el 21% no consumen frutas ni verduras de forma habitual y el 43% beben con frecuencia bebidas azucaradas.

El estilo de vida sedentario es una preocupación importante. Cerca del 16% de los niños hacen deporte tan sólo una hora a la semana, mientras que el 36% ven la TV y/o juegan videojuegos durante más de dos horas al día. Además de favorecer un estilo de vida sedentario, ver la televisión expone a los niños al marketing de la comida basura y de las bebidas no saludables.

Las buenas noticias son que el sobrepeso y la obesidad pueden prevenirse y que el peso se puede mejorar mediante simples cambios en el estilo de vida. Los cambios en la dieta deben incluir proveer a los niños tres comidas moderadas, en las que las frutas y vegetales se presenten de formas variadas. Debe darse preferencia a los productos integrales y a las legumbres sobre los cereales refinados y el pan blanco. Además, los azúcares simples se deben evitar. Los niños no deberían ser recompensados con snacks calóricos y bebidas azucaradas.

Actividad física regular y un sueño adecuado son claves para un buen manejo del peso en los niños.


Ennio Battista, Director de la Revista Vida y Salud

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